👉 “A los ojos de un niño, no hay siete maravillas en el mundo. Hay siete millones.” – Walt Streightiff

He estado recientemente de viaje con mis amigas y hemos visitado lugares que nos han dejado asombradas. Hemos visto una naturaleza gigante, frondosa, verde, pura vida que sale de cada rincón y se abre paso por donde quiere. Y ha sido toda una sorpresa. Un “efecto wow” en toda regla. Nos hemos hecho pequeñas ante la inmensidad. Porque la consecuencia inmediata del asombro es la humildad. La sensación de la propia pequeñez. Por todo esto, nos hemos preguntado: ¿hemos perdido nuestra capacidad de asombro?

Vivimos en un mundo en el que tenemos acceso a todo tipo de información, caminamos con los ojos pegados a la pantalla porque parece que a través de ella vemos y vivimos cosas excepcionales. Y puede que en ocasiones así sea. Pero alerta spoilers: LA REALIDAD ESTÁ FUERA. Aunque muchas veces no nos demos cuenta porque vivimos muy rápido. No nos paramos lo suficiente para permitirnos la posibilidad de la maravilla.

😲 El asombro aparece cuando alguien se encuentra, por sorpresa, con algo bueno a gran escala, que trasciende nuestra comprensión del mundo. «Sólo hay dos formas de vivir. O bien como si nada fuera un milagro o como si todo fuese un milagro» (Albert Einstein).

Y es que, para mí, el asombro es la capacidad de percibir lo bueno, lo bello, lo excepcional y lo impresionante en todo lo que nos rodea. Lo que claramente contribuye a nuestra felicidad. Nos inspira. Y no hace falta irse muy lejos para eso porque sentir asombro por las pequeñas cosas, por lo cotidiano, hace que, sin duda, la vida tenga más sentido. La capacidad de asombro puede suceder de muchas maneras: la vista desde lo alto de una montaña, una buena conversación, un atardecer que nos deja con la boca abierta, escuchar una canción que nos toca el alma, la mirada de los niños, ver reír a tus padres, unos vinos con amigas, una tormenta en el mar Cantábrico, el cielo de Madrid…

Una vez leí que “el asombro es un requisito para que cada día pueda comenzar en nosotros algo nuevo, para salir de los viejos y manidos patrones de percibir y vivir. Asombro significa estar abierto a lo nuevo y reconocer, en lo cotidiano, la maravilla, el milagro. Aquello ante lo que quedo como paralizado porque me impacta hasta en lo más íntimo: no me satisface lo superficial y me siento transportado fuera de mí mismo. El asombro produce admiración, confianza, gratitud, acercamiento. El peor enemigo del asombro es el orgullo. Quien se siente centro del mundo no reconoce nunca nada grande ni extraordinario a su lado, no tiene ojos para ver el esplendor de Dios en la oscuridad de la noche. Vemos a nuestro alrededor lo que amamos en el fondo de nuestro corazón” (Manuel Sánchez Monge)

Por ello, creo que cada día, si abrimos bien los ojos, podemos encontrar mil maravillas a nuestro alrededor.

A partir de hoy, te invito a mirar donde ya has mirado, y a tratar de ver lo que no has visto.

A ver qué pasa ✨

Guiomar Goena