Concepto y herramientas para descubrir cuál es nuestro talento

Adam Smith es el primero que introduce el termino de “motor de riqueza”, con el significado que le damos en la actualidad, y le da este sentido en su publicación de 1776, “Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones”. En la economía agrícola, el motor/causa de creación de riqueza, eran las materias primas. Con la industrialización, fueron necesarios grandes desembolsos de dinero para poder comprar máquinas y construir factorías que hacían posible pasar de un modelo de producción artesano a un modelo de producción industrializado que hizo posible la revolución industrial con todas sus consecuencias. Hoy en día el motor de riqueza de nuestra economía son el TALENTO y los DATOS.

En la anterior edición ya hablamos de las distintas formas de definir el talento, si les parece nos quedamos con la del sociólogo y autor de numerosos libros, José Antonio Marina, mentor del área de filosofía del talento y educación, ha definido este concepto como “la inteligencia en acción, la inteligencia que es capaz de detectar los problemas y tomar decisiones, el buen uso de la inteligencia”. El talento es también, la capacidad para elegir metas, gestionar conocimientos y tomar decisiones para alcanzar esos objetivos”. Entiende también, que una empresa con talento es aquella que cuenta con un conjunto de personas, que no tienen por qué ser brillantes, pero que, trabajando juntas, consiguen unos buenos resultados. Estoy completamente de acuerdo, ya que lo importante es que el equipo se complemente y se cubran todas las funciones/desempeños que hacen falta para conseguir el objetivo final, y convencida de que en un futuro cercano las máquinas formarán parte de estos equipos.

¿Pero cómo se desarrolla el talento? Vamos a estudiar cómo se descubre y se desarrolla el talento que nos posibilita entender a las personas, conectar, detectar problemas, y tomar decisiones. Solo después de un análisis en profundidad de una serie de aspectos lo podremos lograr. Se hace necesaria, una reflexión individual en la que cada profesional puede descubrir y potenciar su desempeño profesional. Este análisis se basa en reflexionar e incidir sobre todo en estas tres cuestiones: ¿Qué es lo que más me gusta hacer? ¿Qué es lo que mejor se hacer? y ¿Qué valor económico considero que tiene mi trabajo?

El análisis exhaustivo de estos tres puntos ayudará a definir y a aclarar el punto de partida en el que nos encontramos y cuáles son las competencias y aspectos en los que tenemos que trabajar, bien porque no los tenemos, o bien porque los hemos de desarrollar para poder ser competitivos en esta nueva era digital.

Otra herramienta que nos puede resultar de utilidad es el análisis DAFO, en el que chequeamos no solo los comportamientos propios, que dependen de nosotros mismos, sino aquellos en los que intervienen los terceros. En el análisis externo, se analiza lo que hacemos y no hacemos en relación con los demás; analizando el entorno laboral y familiar, el estilo de vida, aspectos que no dependen de nosotros.

Aspectos Internos Aspectos Externos

Aspectos Fortalecedores

-Conocimientos sólidos en derecho público, urbanismo. Alemán.

-Capacidades: Reservado, resolutivo, decidió, seco, sociable.

– Prioridades: Mi familia, ser socio, viajar…

 

 

-Oportunidades: ofertas de trabajo.

-Experiencias: hacer un máster. Ser reconocido con un premio.

-Escribir en un periódico jurídico de gran difusión.

 

 

Aspectos Limitantes

– No comunico bien.

– Faltas de autocontrol.

– Me cuesta delegar.

-Me cuesta decir que “no”.

 

 

 

-Amenazas.

-Hay muchos que hacen lo mismo que yo.

-Crisis económica.

-Competencia de multinacionales.

 

 

 

 

En definitiva, conociéndonos mejor, pararnos y reflexionar sobre dónde está nuestro talento. La profesora de Duke Univesity Dorie Clark nos muestra y alerta sobre otro concepto importante para hacer nuestra autorreflexión en su reciente publicación The Long Game, que está basado en la dificultad de pensar en el medio y en el largo plazo, en un mundo cortoplacista y en el que existe un exceso de información. La infoxicación, nos hace dispersarnos y nos dificulta para poner foco y entender mejor las circunstancias cambiantes o nuevos conceptos que aparecen sin parar, que unido a la falta de tiempo para  analizar y procesar la cantidad de información que recibimos produce estrés y falta de claridad en la búsqueda de los propósitos de cada uno.  El cerebro humano se carga diariamente con 34 GB de información, según el estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de California-San Diego, bajo la dirección de Roger Bon, publicado por los diarios británicos Times of London y Telegraph en 2020. Una cantidad suficiente para sobrecargar un ordenador en una semana. El psiquiatra estadounidense Edward Hallowell comenta que «nunca en la historia de la humanidad, nuestros cerebros tuvieron que trabajar con tanta información”.

En 2008 un estudio concluyó que estamos expuestos a unos 34 GB de información al día. En 2017 la cifra asciende a los 74 GB y cada año aumenta en un 5%, como consecuencia de la lluvia de estímulos que nos invaden a través del teléfono, la televisión, los ordenadores, las tabletas, las vallas publicitarias y muchos otros gadgets. Es una paradoja, pero tengo amigos que los fines de semana para descansar han dejado de utilizar los teléfonos inteligentes y utilizan los viejos “Nokia” solo de voz para descansar, entiendo que es una buena ¡autodefensa!.

 

*Capítulo escrito por Paula Fuentes en el libro “Legal Tech. La transformación digital de la abogacía” de Moisés Barrio,