La orientación nos ayuda a definir bien y a clarificar quiénes somos profesionalmente hablando de forma que no sea interpretable. Es, además, un encuentro entre dos personas, en la que la persona que busca orientación recurre en búsqueda de ayuda al orientador, en un contexto de confianza, imparcialidad y confidencialidad. En este proceso va a descubrir aspectos de su vida profesional para los que no encuentra respuesta: saber cómo seguir desarrollando su carrera y entender en que habilidades ha de apalancarse y cuales debe desarrollar. Asimismo, aprende a modificar conductas repetitivas que son perjudiciales para el desempeño profesional y que le facilitarán el camino para encontrar nuevos horizontes profesionales, y detectar cuales son los límites al aprendizaje. Esto es, al profundizar en nuestro ser, nos entendemos mejor; tomaremos mejores decisiones, negociaremos de forma más inteligente, sabremos tener conversaciones para la posibilidad, controlaremos mejor nuestras emociones etc.
En la orientación, tras establecer las bases del proceso (confidencialidad y compromiso por ambas partes) lo primero que hay que observar es la situación actual del orientado, profundizando en sus valores y en el porqué de sus comportamiento y emociones. En las sesiones acompañamos a los abogados a definir el objetivo profesional que buscan siempre en coherencia con su ser individual analizando con ellos sus valores para llegar a definir sus objetivos y sus metas. Se trabaja sobre lo que dicen, cómo lo dicen, lo que escuchan y cómo lo interpretan y lo emiten. Es una ventana de oportunidad en la que el acompañado, al entenderse mejor porque se ha parado a pensar, reflexiona en el medio y el largo plazo y aprende a poner foco.
Se trabaja siempre el quiénes somos y cómo somos, identidad individual, en relación con los demás, identidad colectiva, y con el objetivo profesional que se persigue: ¿cómo vamos a conseguirlo?, ¿cuáles son los aspectos de nuestra trayectoria que nos hacen diferentes frente a otros que hacen lo mismo que nosotros?, ¿qué dificultades habrá en el camino? ¿hasta ahora cuánto tiempo he invertido en pensar en mi carrera profesional? ¿cómo se adecuan nuestros comportamientos a las exigencias del mercado legal del siglo XXI? ¿cómo monetizar el talento de cada uno? En definitiva, se trata de conseguir hacer una propuesta de valor interesante para el mercado profesional, que se integre y fluya con la vida personal.
El profesor Galwey define el acompañamiento, como “la liberación del potencial de una persona para incrementar al máximo su desempeño que consiste en ayudarle a aprender en lugar de enseñarle”. El centro del acompañamiento es la PERSONA acompañada, a la que hay que, en primer lugar, saber escuchar y preguntar a su interior, teniendo en cuenta sus ritmos y sus expectativas para, a través de preguntas, hacer aflorar nuevos conceptos y matices en los que no se había fijado que sabía, pero sí los sabía. Y, en segundo lugar, preguntarle por su realidad, para que pueda entender y confrontar sus posibles certezas e incongruencias.
Hay varios estilos de acompañamiento: el que se centra más en aspectos de la persona, o el que se refiere al acompañamiento de algún asunto específico. En orientación profesional el que trabajamos es este último, ya que tiene por objeto mejorar, entender, desarrollar, descubrir asuntos relacionados con la carrera/trabajo, teniendo en cuenta no el problema de forma aislada, entendido en el sistema/ contexto personal de cada uno de los acompañados.
Trabajamos, y apelamos al compromiso y a la responsabilidad. En las sesiones muchas veces les pregunto a los acompañados: ¿queréis ser un papelito que se desliza por un río, sin rumbo, corriente abajo a merced del viento, y sin control de lo que pueda pasar; o un barquito de motor que ha fijado su rumbo y conoce bien hacia dónde se dirige? Todos contestan que un barco de motor. Pues bien, en las sesiones lo que hacemos es establecer un diálogo en el que el acompañado se hace responsable y comienza un proceso de autoconocimiento que le hace profundizar en sus creencias, sus miedos, sus límites. Al conocerse mejor, mantendrá, desarrollará nuevas formas de actuar o modificará patrones de comportamiento; de decisión, de gestión conflictos y podrá alcanzar sus objetivos de manera consciente. En definitiva, tomará las riendas de su vida personal y profesional; un Uber puede conducirme a cualquier lugar, siempre y cuando sepa donde me tiene que recoger. Pues igual en los profesionales: si no sabemos a dónde ir exactamente podemos ir a muchos sitios.
En las sesiones nos paramos a pensar y reflexionar para conseguir entender la realidad de cada uno de la forma más objetiva posible y el encaje profesional de esa identidad individual única en el mercado legal del siglo XXI. El economista y Premio Nobel de Economía, Kanheman, que ha aportado mucha luz en lo que al comportamiento humano se refiere, sobre todo en la forma en la que ante diferentes hechos tomamos las mismas decisiones, en su libro Think fast and slow nos describe la existencia de dos sistemas en el cerebro: el sistema 1 y el sistema 2. El sistema 1 es el que utilizamos para tomar decisiones intuitivas o sobre nuestros hábitos más comunes, y el sistema 2 es el que utilizamos para pensar en profundidad con la inteligencia lógica. En orientación a través de diferentes herramientas, profundizamos en el ser de cada persona y el fin último por el que se toman las decisiones, trabajamos en el sistema 2 para no improvisar (sistema 1) y lograr entendernos de forma certera. Si no nos conocemos y entendemos a nosotros mismos, es complicado que sepamos definir bien qué queremos en nuestra vida profesional y hacia donde vamos y cuál sería idealmente nuestra contribución a la comunidad. “Si nos conocemos somos poderos, pero si nos conocemos y aceptamos somos invencibles” – Anónimo.
Paula Fuentes, socia directora de F&B Consultores para Tirant Lo Blanch.